14 de julio de 2025 -3:40 PM
Por La Redacción
La imposición de nuevos aranceles del 20.9 % sobre las importaciones de tomate procedente de México amenaza con desatar una crisis en la industria restaurantera de Estados Unidos, particularmente en pequeños negocios que dependen de este insumo básico.
La situación se desencadena tras la ruptura del Acuerdo de Suspensión del Tomate, vigente desde 1996, el cual limitaba las importaciones mexicanas para evitar el dumping —una práctica comercial que consiste en vender productos a precios por debajo del mercado local. El Departamento de Comercio de EE.UU. anunció en abril que el acuerdo ya no cumplía con su propósito de proteger a los productores estadounidenses, y a partir de este 14 de julio, entran en vigor los nuevos aranceles.
El impacto se dejará sentir directamente en el bolsillo de los consumidores. En mayo, el precio del tomate rondaba los US$ 1.70 por libra, según la Oficina de Estadísticas Laborales. Con los aranceles, se prevé un aumento cercano al 10 %, además de una caída del 5 % en la demanda, de acuerdo con estimaciones de Timothy Richards, experto en agronegocios de la Universidad Estatal de Arizona.
Estados Unidos es el principal destino de exportación del tomate mexicano, por lo que la decisión también tendrá repercusiones del otro lado de la frontera, afectando a productores, exportadores y trabajadores agrícolas.
Mientras tanto, el clima de incertidumbre generado por esta medida refleja el enfoque impredecible de la política arancelaria del expresidente Donald Trump, cuya influencia en las decisiones comerciales sigue latente. Para muchos empresarios, este tipo de giros abruptos dificultan la planificación a largo plazo y ponen en riesgo la viabilidad de sus operaciones.
“Nos afecta a todos, desde la pizzería del barrio hasta el supermercado”, lamenta Teresa Razo propietaria de un restaurante, quien ve cómo el costo de un ingrediente tan esencial podría convertirse en el golpe final para sus emprendimientos.
El debate entre proteger a la industria nacional y preservar el libre comercio continúa. Pero para quienes viven del tomate, el tiempo corre en su contra.