31 de octubre de 2025 - 3:41 PM
Por Yulisa Gutiérrez


Cada 1 de noviembre, cientos de familias huehuetecas se reúnen en torno a uno de los platillos más emblemáticos de la gastronomía guatemalteca, el fiambre que más que una colorida y exquisita ensalada fría es una verdadera obra maestra culinaria que combina historia, tradición y sabor en un solo plato.


El fiambre destaca por su gran diversidad de ingredientes, cuidadosamente seleccionados y preparados con antelación. Entre sus componentes principales se encuentran verduras cocidas y encurtidas, una amplia variedad de carnes frías, embutidos y quesos, que aportan texturas y sabores contrastantes. 




Existen dos versiones igualmente apreciadas: el fiambre blanco, de tono más claro y sabor delicado, y el fiambre rojo, que debe su característico color a la remolacha.


Su preparación es, además, una experiencia familiar y comunitaria. Durante varios días previos a la festividad del día de Los Santos, las familias se reúnen para cortar, cocer, encurtir y mezclar los ingredientes, en un ambiente lleno de aromas, conversaciones y recuerdos compartidos. 




El momento de degustarlo simboliza la unión familiar, el honor a los antepasados y la transmisión de tradiciones que han perdurado por generaciones. Por su profundo significado histórico y cultural, el fiambre ha sido declarado Patrimonio Cultural Intangible de la Nación, posicionándose como un ícono de la identidad y, en particular, de la riqueza culinaria que distingue a Huehuetenango.


Cada bocado de fiambre es un homenaje a la memoria, la convivencia y la diversidad gastronómica que caracteriza al pueblo huehueteco.