12 de agosto de 2025 - 2:57 PM
SALUD MENTAL | Artículo por psicóloga clínica Carolina Escobar 
carolina@escobar.gt


Entre algoritmos y emociones

En la era digital, hablar de salud mental se ha vuelto tendencia. Las redes sociales están inundadas de frases motivacionales, diagnósticos express y consejos emocionales que, aunque bien intencionados, muchas veces carecen de sustento clínico. Influencers sin formación profesional se presentan como “expertos del bienestar”, generando contenido viral que trivializa procesos psicológicos profundos. Pero la salud mental no es un meme, ni un algoritmo puede reemplazar el acompañamiento ético y humano que requiere el sufrimiento psíquico.


1. Psicología no es entretenimiento: el riesgo de la banalización

La psicología clínica se basa en evidencia científica, escucha activa y contención emocional. No puede reducirse a frases como “bloquéalo y sana” o “si te quiere, te busca”, que circulan sin contexto ni responsabilidad. Según la American Psychological Association (APA), el tratamiento psicológico requiere evaluación diagnóstica, intervención personalizada y seguimiento ético. Convertir el dolor humano en contenido viral puede generar efectos adversos como:


Normalización del auto-diagnóstico sin herramientas clínicas.

Minimización del duelo, la ansiedad o el trauma, al presentarlos como “etapas que se superan con actitud”.

Confusión entre popularidad y validez profesional, donde el número de seguidores suplanta la formación académica.


2. Influencers emocionales: ¿acompañan o desinforman?

Estudios recientes en Journal of Mental Health advierten que el consumo excesivo de contenido emocional en redes puede generar una falsa sensación de comprensión, sin que exista un proceso terapéutico real. Además, el fenómeno del “gurú emocional” puede:


Fomentar dependencia emocional hacia figuras públicas sin preparación clínica.

Difundir mitos psicológicos, como “la ansiedad se cura con respiraciones” o “el duelo dura 7 días”.

Ignorar factores culturales, sociales y contextuales, esenciales en cualquier intervención ética.


En contextos como Guatemala, donde el acceso a salud mental aún enfrenta barreras estructurales, esta desinformación puede agravar el estigma y alejar a las personas de espacios terapéuticos reales.


3. La ética como brújula: ¿quién cuida el dolor?

La ética profesional no es negociable. El Código Deontológico del Colegio de Psicólogos de Guatemala establece que toda intervención debe respetar la dignidad, el contexto y la autonomía del consultante. Jugar a ser psicólogo sin formación no solo es irresponsable, sino potencialmente dañino. La salud mental requiere:


Formación continua, supervisión clínica y actualización científica.

Contención emocional real, no consejos genéricos.

Adaptación cultural, especialmente en procesos de duelo, trauma o crisis.


Como psicóloga clínica, Carolina Escobar lo ha demostrado integrando rituales simbólicos, escalas visuales y recursos personalizados que respetan el dolor humano y movilizan la resiliencia colectiva.


4. ¿Qué sí podemos hacer desde lo profesional?

No se trata de censurar el diálogo emocional en redes, sino de elevarlo. Desde la psicología ética, podemos:


Crear contenido psicoeducativo con base científica y sensibilidad cultural.

Diseñar recursos visuales que acompañen procesos reales, como fichas de autorregulación, frases de contención y actividades simbólicas.

Abrir espacios de formación y mentoría, donde se distinga entre divulgación responsable y espectáculo emocional.


La Clínica Psicológica Bienestar, por ejemplo, ha desarrollado materiales motivacionales, escalas de resiliencia y sesiones grupales que integran ciencia, ética y comunidad.


La salud mental merece respeto, no likes

La salud mental no es una tendencia. Es un derecho, una necesidad y una responsabilidad colectiva. Detrás de cada meme emocional puede haber una historia de duelo, trauma o ansiedad que necesita contención profesional, no espectáculo. Como sociedad, debemos exigir rigor, ética y humanidad en cada espacio donde se hable de lo emocional.


Porque los likes no curan el alma.

Pero la escucha y el seguimiento ético de una psicóloga clínica, sí.